domingo, 11 de octubre de 2009

No era

No era el efecto del viento, no era el día o la noche, tampoco los rayos del sol o el influjo de la luna, no era la magia del amanecer , ni la enajenación del ocaso, tampoco la sutileza de una sonrisa, o el brío de una mirada, el vigor de un gesto, o la frescura de un abrazo. No lo era, nada era, la esencia que debía hallarse y subsistir, permanecía ausente y disipada con una decadencia de lo más volátil. Si nada es, ¿por qué permanece? Si se mira desde tan arriba la fisura es menuda. Y la nada sigue siendo nada sigue siendo ausencia. El peso es específico, sin querer lo más preciso se delimita. Nunca el efecto del viento se llevo lo que trajo