domingo, 21 de noviembre de 2010

Las armonías de tu aliento

Antes de comenzar, una parada inminente para tener presente la forma de actuar, y el modo en que todo se desarrollaría, al final por mucho que se desee hacer muy bien, dependerá de la interpretación de cada cual como quedaran las cosas. El lenguaje elevado de coloquio, parece suspendido entre los interrogantes, como un atardecer de grumos que con gestos de desahogo intenta buscar por que el ocaso del amor va y viene con sentimientos vencidos en los cientos instantes de la vida. Exprimiendo los hálitos de luz que que cuelgan de mis labios, escudriñare el espacio de las armonías de tu aliento, convertiré en destello tu piel mientras la matriz del sueño viene a la luz, quiero aferrarme a ti y funcionar sin neuronas, anárquicamente y a mi estilo reemplazando la sangre que dejó genuina aquel beso.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Frivolidad de un silencio

La sencillez, en cada cosa que hacía, en sus mismos movimientos apacibles y sosegados, en la dulzura de su mirada, y la benevolencia de su sonrisa, todo, en el su conjunto parecía, sostener la armonía de su ser. En ocasiones hasta tanto deleite no es bueno, pero este no era el caso, hasta las rosas podrían dejar de susurrar ante el delirio de la tinta que escapa de mis dedos para dejar constancia de lo que mis ojos observan. Las partituras del otoño coronan la sima donde puede derramarse el do, de unos latidos agitados cuerdos de pasión, con frivolidad de un silencio despreocupado, con aliento de un susurro mentiroso cuando el excito por adultero no puede amarte.