domingo, 29 de enero de 2012

Un horizonte que puede ser vida

Entre un horizonte que puede ser vida, y la yuxtaposición de los sentidos, en el deslizar de la piel como arena fina, viaja la imaginación a una velocidad probable de vértigo. Las enseñanzas que en otro tiempo pudieron rozar la irrealidad excitando los cuerpos que se fundían por ebullición en una sola figura, jadeantes, sudorosos, emanando los mejores fluidos que al desnudo, se elevan como el hidrógeno en las capas altas. La pasión, el deseo, desata el fuego, poco a poco la quemazón recorre el sistema nervioso, llegando como por coacción al clímax, llegado el momento se para todo por un instante y de repente el sonido atropellado de un corazón latiendo a toda prisa, la aceleración de la sangre a cascadas por un organismo que se recoge y se abre al unisono a la llegada del estallido de placer, alteración rotunda y al poco el corazón y la sangre vuelven al remanso de un horizonte que puede ser vida


martes, 17 de enero de 2012

Comiéndose la vida

Puede venir un instante insignificante, llegado quien sabe de donde, no esperado ni intuido. Hacerse presente como si de repente alguien lo hubiera invitado. Y en ese preciso momento, la fortuna para de repente la precisa maquinaria del reloj, que siempre estuvo a punto y cuidada, engrasando los tiempos de cualquier día. Igual tuvo un sonido diferente, quizás un guiño sospechoso ¿quien podía saberlo?, quien de haberlo sabido lo hubiera evitado. La brisa envolvió de nuevo un cuerpo diezmado y débil, agotado en la dura batalla del enfrentarse al recién nacido amanecer, disminuida la energía, cansado ya de caminar, escuchó una suave y dulce melodía que desde lo más profundo de quien sabe donde decía: "Adiós amor mio no me llores volveré, antes que de los sauces caigan las hojas". La sonrisa, apareció casi sin quererlo, suspiró fuerte, prosiguió de nuevo comiéndose la vida.