miércoles, 13 de enero de 2010

Embriagada de oxigeno

Nunca antes hubo una lágrima al contemplarte bajo la luna, la sonrisa era profunda y honda, las notas entonaban los acordes ajenos de la esperanza, arropando así, los confines de las sombras de la ausencia. Con el metro en ese instante se podía medir la soledad y la nostalgia. Aquí se vierten las letras, que huyen de las voces abatiendo tardes y partiendo noches. No estaba el corazón dolido, ni vacío, ni perdido, viaja con el hombre, desorientado, sin rumbo, sin dolor, sin congoja. Jugando con el sueño en un lenguaje vago, recogiendo el agua del mar, la luz de la luna, el viento, los sonidos, su misterio, dejando intacto su crepúsculo. Cerrando los ojos abrigas la vida, vuelas sin llegar, descontando los latidos al galope del corazón, luchas por despertar embriagada de oxigeno y penetrar en los recovecos ebrios y desvanecidos de la existencia.