lunes, 4 de enero de 2010

Claustro sin puertas

Su respiración era más un suspiro hondo, tanto que el aire parecía deslizarse por toda ella, trataba de romper con su embite la dura costra que a su corazón cubría. Acelerada incontrolablemente, la brújula pierde el norte de la sangre apasionada. Se aferra sin necesidad de respirar ni pronunciar silencios, ojalá pudiera extraviar los minutos y engañar a las horas. Impulsando los latidos que acaecen paso a paso, recorriendo el camino, sobrepasando la realidad a un viaje maravilloso. Mirame a mi como estoy, conforme con lo vivido, mil pasiones, con síntoma de sentimiento esperan su libertad. Deteniendo los vacíos de la noche, que en un ritmo decadente oxidan el aire, deshelando la ausencia como si auxiliara a la melancolía, en un claustro sin puertas al que llaman vida.